Si hablamos de los antecedentes históricos de esta compañía, podemos darnos cuenta de que se presentaba como una empresa con características puramente estadounidenses. Disney fue fundada por un soldado de este país que participó en la Segunda Guerra Mundial, creando personajes divertidos pero con su toque distintivo de la cultura norteamericana, el cual también se hizo presente en el parque de diversión Disneyland de Los Ángeles, en los productos que ofrecían a la venta en sus diferentes Disney Stores, así como en sus producciones cinematográficas.
Sin ser necesariamente un nacionalismo marcado, esto podría considerarse una especie de limitante para la globalización y hasta para la sola internacionalización de Disney. Por ello, quizá todavía sin conocer el término de “globalización”, esta compañía empezó desde hace décadas a eliminar las barreras de la frontera, llegando a mercados internacionales a través de sus diferentes productos, los cuales tenían características especiales para facilitarles la aceptación en culturas completamente diferentes a las estadounidenses.
Podría pensarse entonces, que algunas grandes empresas como Disney, ya estaban preparándose sin saberlo a una nueva forma no sólo de vender, sino de darse a conocer, obtener un lugar, tener una imagen y sobre eliminar cualquier posibilidad de rechazo en lugares que geográficamente podrían estar muy lejos, pero de los cuales ya podría formar parte y estar presente. Tal vez eso ya se viene haciendo desde hace mucho tiempo, pero le faltaba un nombre. Ahora lo tiene y esta muy de moda: GLOBALIZACIÓN.
